Resulta que fue la quema del cumple de una amiga y le preparamos su reu a lo fiestita infantil…
Primero, el juego de las sillas… tremendas caderas las de algunas… es más, M me empujó a un metro de distancia de un caderazo U_U
Terminado el chongo de las sillitas, le tocó el turno a la charada… Luego, tocó el limbo (¡qué rodillazo el que me pegué!)
Finalmente vino el pretexto perfecto para el manoseo… “Juguemos a la gallina ciega” –se escuchó de uno de los invitados.
OK, ¿qué tan ofensiva puede ser la gallinita ciega? –me dije.
Comenzaron vendando a un niño (el mano larga). Agarró a una, la regla era sólo tocar la cara… le tanteó el pelo, las orejas, los brazos y el muuuuuuuuy no le atinó.
Continuó buscando victimas y les juró que me tiré al piso con tal de que no me cogiera… Pero me cogió ¬¬… Bueno, caballero nomás. Me paré y empezó a tocarme la cara, se fue a los brazos y yo ya empezaba a incomodarme hasta que ¡zaz! Me toqueteó la bubbie derecha… WTF???
O sea… no se valía la bubbie… Pero ¡demonios! Es lo que más me resalta…
Lo que uno tiene que pagar por tenerlas grandes ¬¬