Un día duro

Mi madre es de las personas que tiene las palabras exactas siempre. Después de haber llorado en silencio por muchos meses, volví a refugiarme en sus brazos. No pude más y me lancé sobre ella como si el calor de su abrazo reconfortaría mi alma herida.

Lloré sin parar por varios minutos, aferrándome a sus brazos y ella sólo me consoló hasta el final, cuando ya no me quedaban lágrimas y había dejado de repetir entre sollozos que yo no era culpable de lo que se me acusaba.

¿Por qué? Me pregunto y no encuentro la respuesta. Mi madre me dijo que no me quiere lo suficiente. Me rehúso a pensarlo pero quizás es así. Me siento insignificante, sin nada. Y es que me repito que estaré bien, que debo estar tranquila pero cada día me hundo más en un hoyo del que me costará mucho trabajo salir…

Me estoy quedando vacia…