Había una vez un posho (sí, ha leído bien, posho con sh) bien pechugón que iba solo por la vida, sólo eran él y la chole, digo, la soledad. Aunque, de hecho, el posho era posha pero no suena bien lo de posha, así que dejémoslo en posho.
El posho era muy inexperto, apenas y empezaba a vivir. Como a todo ser viviente, le llegó el momento de enamorarse y lo hizo. Se enamoró y fue feliz pero como todo acaba, su romance acabó… el posho estaba completamente triste y desolado, pensando que ese era su fin, que sus plumas caerían una a una, que no habrían más días de sol, que nunca volvería a cacarear, a sentirse bien, una profunda tristeza embargaba su plumífera alma,. Sin embargo, entre la chole, digo, la soledad en la que se hallaba, encontró a su vaca.
Esta no era una vaca cualquiera, lástima que no daba leche condensada, era una vaca de casa, de la mejor raza de vacunos que se conocían por esos lares. El posho, quien nunca había tenido a una vaca como amiga, no supo reconocerla entre tantos animalitos que veía pasar mientras él lamentaba su “tragedia”… hasta que un día, en un intento por burlarse de un error público de aquella vaca, a quien conocía de nombre desde hacía algún tiempo pero por algún raro motivo nunca le habló, empezó a platicar con ella…
Con los días el posho fue notando lo mucho que se entretenía al conversar con la vaca y, sobretodo, cayó en cuenta de que era feliz mientras la vaquita esta conversaba con él. Así, llegó el día en que visitó a la vaca y ¡sorpresa!, el posho descubrió que adoraba a la vaca, que su amistad le hacía bien y que la vaca sentía lo mismo que él. Desde ese momento empezó una historia que por estos días el posho desea que nunca termine.
La vaca ha sabido apoyar al posho en todo momento, hasta contribuyó a que se olvide de aquella fobia a los cuchillos y al carbón y de aquella adicción a los gusanos de tierra. El posho ha crecido, literalmente hablando pues es un posho chileno –de raza muy chica-, ahora ve las cosas desde otra perspectiva y, en especial, siempre encuentra una lección que aprender entre todas las cosas que le pasan… todo ello gracias a su amiga la vaca, quien tiene las palabras exactas, quien puede arrancarle más de un cacareo en los momentos difíciles y que le compartió a sus buenos amigos: el conejo, tan racional como orejón, y la chivita, algo bipolar.
De momento, la vaca anda pastando otras granjas mientras el posho se fue de vacaciones a la playa. Sin embargo, no hay día en que uno no sepa del otro, que no se comuniquen y que no rían juntos.
10 comentarios:
Y quién es quién???
Eh eh eh????
sii tu eres el Pio Pio!! se lee se lee... o no? ó mis habilidades de analisis de texto van en decadencia 0.o
:O
siii dinos quien es???
es bonito
que cuando estes mal haya alguien que t haga sonreir
Dylan... tienes razón yo soy el Pio Pio, el posho, el plumífero y pues hermana y Riosa... la vaca, es la vaca pues!
Yo_pe encontrar una persona como la vaca es una de las mejores cosas que me ha pasado.
Saludos a todas :)
niña t estas enamorandooo? pork es lo k veo jajaja y me da muchoooo gustooo de verdad...saludos
Y quien soyo?, me dejas se uno de los personajes?
besotes de esta peke.
pd. te espero por mi rincon con una taza de cafe caliente, siempre que quieras...
Celeste: Sería bonito volverme a enamorar, me sentí bien la última vez que lo hice pero de momento ando greench respecto a ese tema... entre la vaca y yo hay amor de amigas.
Gracias por la visita Vero.
¡Abrazos!
mmm...
a qué te refieres con esta frase?
"El posho ha crecido, literalmente hablando pues es un posho chileno –de raza muy chica-, ahora ve las cosas desde otra perspectiva..."
yo no entender frase. XP
(y más vale que no sea despectiva X_X hohoooho)
Juan, ¿conoces las gallinas chilenas? Son pequeñas, muy lindas y pequeñas... por eso lo digo.
Saludos.
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