viernes, 20 de junio de 2008

So???

Me acabo de acordar que no terminé con mi relato… pero para acabar de una vez con esa historia, lo contaré…

Al levantarme, horas después de la fiesta, las chicas me dijeron que saliendo del baño besé a un hombre… Estaba ebria y mi muy hábil memoria selectiva lo ha borrado de mi memoria porque ¡NO RECUERDO NADA!

Sin embargo, antes de que yo besé a este chico, ya lo había besado mi amiga Lo –también en estado etílico-. Me contaron que el pobre muchacho no se la creía. Primero Lo y después yo… La verdad para mí no fue nada de nada… como dicen mis amigas: ¡fue como las wats!

P.D.: Luego pensando con Lo… concluimos que el chico se sintió en película porno!

miércoles, 4 de junio de 2008

¡Comprobado!... Los borrachos siempre dicen la verdad

Y como se decía un populoso programa cómico de algunos años, “habíamos dejado la acción cuando…”



Lo, la única que sabía mi “secreto”, había dejado de acosarme con sus preguntas e indiscreciones. Ya era nuestra penúltima semana allí y como algunos de nuestros fines de semana, salimos a una fiesta organizada por unos amigos mexicanos.


La fiesta transcurría entre bailes y tragos. Esa noche fue una juerga inolvidable al son de salsa y festejo. Y, además de pasármela bebiendo (pues también me pegué la peor borrachera de mi vida), me pasé buen rato en el baño.


La primera vez en el baño fue con una compañera quien me pidió que la cubriera para desaparecer con el chico con el que andaba saliendo por ese entonces. La segunda vez fue con otra amiga quien me preguntaba insistentemente por la amiga que desapareció. Al salir esta segunda amiga del baño no se me ocurrió mejor cosa que actuar como la típica borracha que vomita en la fiesta… Por fortuna logré captar la atención de los que buscaban al par desaparecido.


Después de mi falso vómito volví a la fiesta. Tras no sé cuántas cervezas y no sé cuántos vasos de tequila y vodka, le pedí a Ann –otra de mis compañeras de viaje- que me acompañase al baño. Mientras hacía piz, Ann se arreglaba. Terminé, me lavé las manos y fue el turno de Ann. Cuando se paró en el lavatorio, yo me senté al borde de la tina; ella me miraba por el espejo y me dijo: “Murmy te quiero”.


Yo, ya muy ebria, respondí que también la quería y como algunos borrachos empecé a decir cosas como: “Ann porque te quiero te voy a confesar algo muy importante y espero que no me juzgues ni me rechaces.” Ella me miraba intrigada como preguntándose qué era aquello que yo le quería decir.


“A mí me gustan las chicas” –dije mirando hacia el piso-. Ella se sentó a mi lado, me levantó la cara y me dijo: “Ya lo sabía. Eres tan parecida a mi hermana y ella también es como tú. Nunca te rechazaría porque al hacerlo rechazaría a mi hermana”.


Ann me sorprendió y me dijo que lo único que importaba era mi felicidad y si yo era feliz con mi decisión pues no había nada de qué avergonzarse ni intimidarse. Con algunas lágrimas la abracé y me limité a decirle “gracias”. Después del abrazo, ella me miró y me preguntó: “¿a ti te gusta aquella amiga de la que siempre nos hablas, no?” En ese momento recordé de mi gran ilusión con esta amiga mía y le dije llorando “sí, me gusta mucho pero ella está enamorada de otra y yo no puedo hacer nada por cambiar eso”


Ann me dio una respuesta que nunca olvidaré. “Si ella es para ti, todo fabulará a tu favor y ella será tuya. Y si no, ya llegará aquella persona que será para ti” Luego de estas palabras, empezaron a tocar muy fuerte la puerta del baño. Para cuando salimos del baño la fiesta estaba terminando, casi eran las 6 de la mañana.


Lo último que recuerdo de aquella fiesta es haber hablado al oído de un amigo. Después de eso todo quedó en blanco en mi mente…


Al despertar horas después, Ann y Lo me contaron que hice una última cosa… La contaré en el siguiente post.