jueves, 28 de mayo de 2009

Me quitaron la teta y me cambiaron el cuento

Resulta obvio que me ausenté unos días. Durante ese periodo decidí salir de mi calle melancolía y volví a alimentar mi quimera. Creo que esta vez la sobrealimenté y se indigestó, a eso súmenle algunas complicaciones cardiacas.

La verdad, durante ese corto periodo, llegué a pensar que los tristes días habían acabado para mí. No obstante, una vez más, la vida se encargó de demostrarme lo contrario.

Algunos me dicen: “Las cosas caen por su propio peso”, “las cosas pasan por algo” o el famoso “lo que tiene que ser, será”… Pero, cómo le explico todo eso a un corazón que, a pesar de intuir que volverán a frenar su enamorado ritmo, late emocionado y asustado como la primera vez.

Anoche mi quimera entró en coma. No tengo idea de cuándo despertará; aunque, en días como este, me parece que vegetará toda la vida.

Ahora, me he desprendido de aquella quimera, me duele… siento un vacío en la panza y una presión en el corazón de vez en cuando, porque puedo asegurar que aquel músculo duele cuando lo que más quieres se aleja de ti.

Hace un rato revolví los libros de mi madre y encontré uno pequeño titulado “Minutos de sabiduría”, en una de sus páginas decía: “Hay momentos en la vida en los que extrañas tanto a algunas personas, que quisieras sacarlas de tus sueños y envolverlas en un abrazo. Sueña lo que desees soñar; ve a donde quieras ir; sé lo que deseas ser, porque solamente tienes una vida y una oportunidad para hacer las cosas que deseas hacer. Ten la suficiente felicidad que te haga dulce, los suficientes tropiezos que te hagan fuerte, la suficiente tristeza que te haga humano y la suficiente esperanza que te haga feliz.”

Sé que debo estar agradecida porque, a pesar de toda esta tristeza y de este vacío en mi panza, puedo decir que conozco el amor, porque sé que se lo entregué todo y que sin dudarlo dos veces le volvería a entregar mi corazón. Pero ya sólo me queda seguir sacándola de mis sueños, de mis recuerdos y de mi alma para abrazarme a ella con descontrol.

Le agradezco porque muchas personas nunca llegan a conocer el amor; sin embargo, el amor creció en mí y lo conocí a su lado. Le agradezco porque me permitió entregárselo por algún tiempo, hoy ya no me lo puede recibir pero lo llevo allí… en el alma.


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