Post de un fin de semana anunciado

El último sábado fue el día más esperado desde que ingresé toda asustada al enorme campus universitario que acogía una cachimba más como era yo por aquel entonces…

Para mí todo empezó desde las 11 am cuando tomé mi bus con destino a Piura donde se desarrollaría la Ceremonia de Graduación 2009. Llegué a la 1 pm, abordé un taxi y me dirigí al departamento de una compañera de universidad, me bañé y salí directo al salón de belleza; después de un tiempo, ni mucho ni poco, el suficiente para verme más guapa que de costumbre, regresé al departamento para realizar mi ritual de vestido y maquillaje.

A las 4:30 pm tomé el taxi a la universidad, llegué y encontré a mi grupo de compañeros. Todos nos saludamos, algunos no nos veíamos desde diciembre del año pasado cuando terminaron las clases, todos lucíamos radiantes y hasta juraría que nos brillaban los ojos.

Mi familia llegó a plan de 5:30 pm y a las 6 la ceremonia ya estaba comenzando. Palabras de presentación, himno nacional y empezaron con la imposición de insignias a los más de 200 graduandos.

Para las 7:15 pm, los nervios hacían que repentinos escalofríos me estremecieran de rato en rato. De pronto, mi nombre resonó por los parlantes del campus, me paré de la silla y caminé hacia la Decana de mi facultad quien me impuso la insignia por la que tanto esperé desde mi ingreso.

En ese momento, no pude evitar recordar mi primer día cuando, sin conocer el camino a la universidad, salí de mi pensión y al no saber qué dirección tomar, empecé a seguir a todos los chicos con mochila que encontré; así fue como llegué a la universidad en mi primer día de clases. Recuerdo que lucía desorientada y sudorosa, buscaba el aula 116 donde tenía clase de HU (Historia Universal 1).

En fin, me acerqué y la Decana me dijo: “Ahora sí estás graduada Lespi*. Felicitaciones.” Fueron las mejores palabras de la tarde, bajé feliz y luciendo mi insignia. Por cierto, tengo una queja con mi insignia, debieron tomarme la medida porque me quedaba grande ¬¬'

La ceremonia concluyó a las 8:30. Todos nos paramos de nuestros asientos y salimos en busca de quienes disfrutaban la imposición de nuestras insignias tanto como nosotros: nuestros padres.

Después de unos minutos, me acerqué a mis papás. Mi madre no pudo evitar las lágrimas de felicidad al ver a su pequeña convertida en una graduada. Me agradeció por darle esa dicha, lo mismo hizo mi padre. Yo sólo los abracé fuerte y les dije que eso no hubiera sido posible sin ellos que confiaron en mí, que se desvelaron conmigo, que lloraron lo que lloré, que procuraron que nunca me faltase nada. Es la verdad, sin ellos no lo hubiese logrado.

Saludé al resto de mi familia, mi hermano y su novia, mis tíos, mis primos, mis amigos. Luego de una cena en familia, regresé feliz a mi casa.

Para el domingo, me prepararon un almuerzo en casa con algunos amigos de la familia. Llegaron dos amigas del colegio: Chio y la China. Tampoco faltó Mapat quien llegó a, según ella, darme mi regalo de graduación (pagaría porque vieran la cara de pervert de Mapat, yo nunca la olvido xD)

La felicidad aún me duraba. Fue la primera reunión en casa donde no me perdí una pieza y, hoy, aún me dura el dolor de piernas pues me la pasé bailando, bebiendo y riendo. Terminé muerta al ritmo de “Lárgate” que, según mi primo, canté con sentimiento :P

Ahora, me toca seguir con mis planes y proyectos personales. No sé si a esto le llaman egoísmo o qué cosa, pero no pensaré en nada más que no sea en cumplir mis metas profesionales; por supuesto, siempre rodeada de las personas a las que más quiero: mi familia, sin ellos soy nada…

Así pues, como les dije en el post anterior, esto acaba de empezar.

*La Decana de mi facultad pronunció mi nombre real